Lesbianas y patriotas: el nuevo discurso de la ultraderecha


Por primera vez que en Alemania cayera el nazismo la ultraderecha ha llegado por la vía democrática al Bundestag, el parlamento. Respalda a esa fuerza el 13% de los votos obtenidos como tercera fuerza política en las recientes elecciones 

Igual al resto de fuerzas de filofascistas europeas no dejan a la improvisación sus estrategias de comunicación.

Para el caso alemán hay que descartar la estrategia “clásica”, es decir, lanzar mensajes violentos centrados al diferente y al extranjero. Es que la ultraderecha ha refinado sus formas para dar una pátina de popularidad a su mensaje, con un rostro mucho más amable.

El caso de Alternativa para Alemania es un buen ejemplo. No han dudado en apropiarse de discursos antes propios de la izquierda para atrapar votos, sabiendo que su votante potencial es heterogéneo aunque con nexo de unión, han sido los peor tratados por la crisis y la globalización. 

Es por eso que AfD tiene no uno, sino dos portavoces, donde una de ellas es una mujer joven y abiertamente lesbiana, Alice Weidel. El hecho de tener una mujer lesbiana como portavoz es un mensaje muy potente que desvincula a la formación de la imagen rancia de la ultraderecha alemana, profundamente homófoba.

La misma estrategia se siguió desde el Frente Nacional de Marine Le Pen, quien desde muy pronto trató de desvincularse del legado de su padre y de su acercamiento a las ideas nazis. Su principal baza es el euroescepticismo, señalando que no son antisistema, sino “solo patriotas”. 

De esa forma, adoptaron actitudes y discursos propios de la izquierda. También enarbolaron la bandera de la antiglobalización, que en realidad esconde xenofobia y racismo. En definitiva se trata de recoger el descontento hacia la clase política actual, sin importar su signo, lo que le obliga a lanzar mensajes que logren atraer al mayor número de votantes posibles.

Los mensajes de la nueva ultraderecha europea ha calado hasta tal punto en algunos sectores poblacionales que ha hecho que algunos partidos conservadores europeos los hayan hecho suyos para no perder votantes, como ocurrió en la Francia de Sarkozy, tomando medidas de expulsión contra los gitanos.

El cambio de estrategia de la ultraderecha británica también es paradigmático: lo importante no es ser blanco caucásico, sino haber nacido en el país, sin importar el color de piel. Así consiguen votos de la comunidad negra o árabe, que ven a los nuevos inmigrantes como una amenaza real. Políticos como Geert Wilders en Holanda o Norbert Höfer en Austria han alcanzado grandes cotas de poder amparándose en el mismo discurso.

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