Umberto Eco: ¿qué hacer con nuestra biblioteca cuando morimos?


El libro tiene algunos años. Es una oda al libro y una radiografía por el aspecto bibliófilo de Umberto Eco y Jean-Claude Carriere. El título lo dice todo: "Nadie acabará con los libros".

El último capítulo de este texto plantea esa pregunta a ambos: qué destino suponen les espera a sus bibliotecas el día que no estén más bajo sus cuidados. Y transcribo lo que avizora el semiologo italiano, por estos días tan citado y recurrido, debido a su muerte.

"Por lo que atañe a mi colección, obviamente no quisiera que se dispersara. Mi familia podría donarla a una biblioteca púbica o venderla en una subasta. En ese caso debería venderse, completa, a una universidad. Esto es lo único que me interesa.

"Colecciono obras en las que no creo, por lo que se trata de una imagen invertida. O quizá una imagen mía como espíritu contradictorio. Mi incertidumbre se debe al hecho que muestro mi colección a poquísimas personas. Una colección de libros es un fenómeno masturbatorio, solitario y raramente se encuentran personas que pueden compartir la misma pasión.

"Mis hijos no muestran gran interés. A mi hijo le gusta la idea de que yo tenga la primera edición del Ulises de Joyce, mi hija consulta a menudo mi herbario de Mattioli del siglo XVI, pero eso es todo. Por otra parte, me he convertido en verdadero bibiliófilo solo después de los 50 años.

"El tema de mi colección es tan especial que no sé exactamente a quién podría interesarle. No quisiera que mis libros fueran a parar a manos de un ocultista que, necesariamente, se apasionaría, pero por otras razones. ¿Me los comprarán los chinos? He recibido un número de la revista Semiótica, publicada en Estados Unidos y dedicada a la semiótica en China. Las citas de mis obras son más numerosas que en las obras especializadas. Quizá mi colección de libros interese un día, más que a nadie, a investigadores chinos que quieran entender todas las locuras de Occidente".

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