Aventurero y explorador: Wade Davis

Por Mauricio Runno
Uno suele pensar, al oír antropólogo, en algo bastante plomo. Es un prejuicio, uno más, pero no es menos cierto que si uno va a una reunión con gente desconocida, en la que todos se van presentando simpáticamente en ronda, y oye “antropólogo”, inmediatamente piensa: “Pobre gente”. Basta, por ejemplo, con recordar en lo que debía pasar el “pobre” Ross de la serie televisiva “Friends”, cuando hacía mención, por ejemplo, a sus labores como… paleontólogo.
El canadiense Wade Davis, que vive en Washington (aunque, se sabe, los antropólogos no viven en ningún lugar, salvo en el pasado), es un antropólogo, pero, se verá, no tan plomo como uno sospecha del resto. Bien por el contrario. Algo debe haber influido su calidad de discípulo del eminente Richard Evans Schultes, aquel que desapareció en el Amazonas durante 12 años y, en su vuelta a casa, legó los primeros estudios acerca del potencial de propiedades que utilizaban los chamanes en sus curaciones con plantas y otras hierbas.
Davis agrega a sus estudios una especialización inusual en estas playas: un doctorado en etnobotánica. Ha publicado ya diez libros, cuatro de ellos únicamente de fotografías (más que recomendables para los verdaderos buscadores de experiencias en la naturaleza: o sea: para qué hacerse el héroe en el Aconcagua si el mundo es vasto, ancho y ajeno, ¿no?). También filmó una película, producida por Robert Kennedy Jr, en la que muestra el deterioro del Cañón del Colorado, y a veces se lo puede ver en algunos capítulos televisivos del National Geographic.
Sin embargo, hay una obsesión de Davis, diríamos fundamental, luego de haber recorrido varias veces el planeta y de haber vivido en lugares inhóspitos, pero inhóspitos en serio (nada de helicópteros de rescate, nada de refugios, nada de transmisión de la “aventura”, nada de nada). Davis confiesa, sin vueltas, lo evidente: el mundo está amenazado. Pero lo que interesa, en este caso, es referirse a lo que él llama etnósfera. ¿De qué se trata? Es un concepto que se refiere a la red de lenguajes, ideas y creencias a lo largo de la historia de la humanidad. “La entósfera también está en agonía”, dice.
En un reportaje, publicado en diciembre pasado, Davis lanzó una serie de datos e ideas que asombran, por la actualidad y vigencia.
- El 69% de los jóvenes votaron a Obama. La gente de más de 65 años votó a McCain. La pregunta es clara: ¿queremos ser parte del futuro o del pasado?
- Un porcentaje gigante de jóvenes no saben ubicar el Océano Pacífico en el mapa. Recientemente supe que la mayor parte de los congresales norteamericanos…¡no tienen ni siquiera pasaporte!- Yo soy conservador de dos maneras. No debo un centavo a nadie. Que es un valor conservador, republicano. Y yo creo en dejar la tierra para mis hijas de la misma manera que yo la heredé de mi padre. Eso es bien conservador.
- Ningún biólogo se anima a decir que el 50% de las especies están próximas a su extinción. Pero es exactamente eso lo que está ocurriendo con la diversidad cultural. El indicador máximo son las lenguas. Hoy hay 7 mil en el mundo. Pero apenas la mitad es enseñada a los niños: significa que, sin una acción inmediata esas lenguas ya están muertas.
- Cultura es un cuerpo de morales y valores que precisamos para domar el corazón bárbaro que existe muy cerca de nuestra superficie. Es la cultura la que permite darle sentido a un sentimiento, superar el miedo. El punto es que, si uno entiende que esas culturas no se extinguen, entonces se entiende que no sólo podemos ser los agentes de destrucción cultural, sino los facilitadores de la manutención de las culturas diversas del planeta.
Su nombre es Wade Davis, antropólogo, aventurero y explorador. Nada más. Y nada menos.

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