Michelle, Hillary, Cristina y las reinas de la Vendimia

Por Mauricio Runno
El sábado pasado, en Junín, mientras Facundo Saravia cantaba junto a su padre, Juan Carlos, en una reunión más que folklórica, en las primeras butacas las reinas vendimiales abandonaban sus lugares para levantar polvo a cada zamba que el dúo proponía.
Yo no sé si es que hace muchos años que no asisto a evento vendimial alguno, pero, esto, de ver a las reinas de la vendimia saltando, casi en un pogo telúrico, no está entre mis recuerdos sobre el asunto.Quizá tenga razón Cristina Kirchner, que hace horas, en Cuba, aseguró que “hay que tener la comprensión de que el mundo ha cambiado y entonces nosotros deberemos cambiar junto a él”. De paso recordó a José Martí, al que parafraseó, afirmando que “empeñarse en lo estéril, cuando es posible hacer lo útil, preocuparse de lo fácil cuando se tienen las fuerzas de hacer lo difícil, es atentar contra la dignidad del talento”.
Es el siglo de las mujeres, no hay dudas, y el esplendor del mundo gay. Para otra columna quedaría desarrollar si ambos fenómenos tienen relación. Lo que interesa, en todo caso, es no caerse de un mundo en el cual no hablamos de los hombres de la patria, sino de ellas, las féminas en el poder.
Escuchemos a Daniela Maldonado Vargas, que aspira, y con bastantes argumentos, a ser Reina Nacional de la Vendimia este año: “No sé si este tema hoy me favorece o me perjudica. Sin embargo no tengo nada que ocultar y voy a seguir adelante”. Esta estudiante de Derecho, que llega desde Luján, con una promoción tan profunda como la de los mejores vinos de esa zona, ha sido protagonista de comentarios varios, a raíz de una serie de fotos “sensuales” que Internet, y sólo Internet, ha propalado a una velocidad asombrosa.
Y no es para menos: la chica muestra en una gran cantidad de imágenes enormes atributos estéticos. Es linda (ayer estuvo en la tele: no se sabía si ella era la conductora o la entrevistada, pero ése es otro tema). Es muy atinada en sus comentarios. Y, encima, tiene una figura que deslumbra. “Cuando buscan una reina, buscan belleza”, dice. Y tiene razón. Si finalmente ella fuera la nueva Reina Nacional de la Vendimia, lo que este escriba duda ya que el establishment conservador también suele imponerse en este terreno, Mendoza también podría organizar, en paralelo a la vendimias, eventos al estilo de las colas Reef. Quizá ese turismo “internacional” es el que también pregonan los promotores locales del Dakar.
Michelle Obama es la nueva primera dama del hasta ahora más poderoso país del planeta. Su figura es decisiva en la política actual y sólo ella sabe cuál será su futuro. Es el verdadero black power en el poder mismo. En agosto pasado, en Denver, ella dijo: “En un mundo como debería de ser, tendríamos una política migratoria que sacaría de la sombra a 12 millones de personas”. Acaba de cumplir 45 años. Fue entrevistada en el programa “Good Morning America”, en la cadena ABC, acerca de sus impresiones de la primera noche en la Casa Blanca. Fue “un poco surrealista”, dijo, y agregó que “muy excitante también, porque hay mucho que se puede hacer desde esta posición”.
Y para no olvidar: Hillary Clinton ya es la nueva jefa de la diplomacia norteamericana (su pliego no contó con aprobación unánime: 94 senadoras votaron por sí, mientras que hubo 2 que rechazaron su nombramiento).
Cristina, las reinas vendimiales, Michelle Obama, Hillary…
El mundo ha cambiado. E intuyo que aquellos que miren para atrás, como en Sodoma y Gomorra, quedarán atados a un cuerpo de sal, inmóvil y amargo, mientras ellas dan vueltas a tu alrededor y vos no podes hacer nada, nada, salvo apenas dar vueltas los ojitos y ver lo que ellas hacen, con o sin tu permiso, te escandalices más o menos, o, incrédulo, creas que todo se trata de una broma. Ellas están en el poder. Y, por ahora, no piensan en otra cosa que mejorar este mundo. Buena suerte.
Columna publicada en Diario Jornada.

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